Craig Simon, FedEx, Presidente y CEO de Cadena de suministro El comercio internacional no duerme ni permite treguas. Ruedas en el suelo, alas en el cielo y quillas en el agua conectan economías y rompen fronteras, recorriendo una superautopista que alcanza cualquier rincón del planeta.
Más allá de las nuevas estrategias empresariales, no podemos negar que la divisa del éxito en el negocio del transporte seguirá siendo: más rápido, más barato, más seguro y más simple. Las empresas globales lo demandan y será crítico para la expansión de cualquier negocio en el futuro. Y, como consecuencia, observaremos una cadena de suministro muy diferente.
Así que, llevar a la realidad las visiones de teletransportación al estilo Star Trek, de impresiones 3D, o de un servicio premium capaz de transportar mercancías a través del ciberespacio de un extremo del planeta a otro, son posibilidades fascinantes, al igual que alcanzables.
Sin embargo, avanzar hacia estos objetivos no significa que los medios tradicionales de transporte van a desaparecer. Subsistirán los camiones, igual que los barcos y los trenes, pero tendrán que adaptarse hacia una tecnología con alta precisión molecular. En el futuro, su visibilidad será extraordinaria e irradiará datos.
El acercamiento hacia esta visión será paulatina y, muestra de ello, es que se está experimentando ya con artículos transportados con diminutos sensores integrados para permitir un grado de seguimiento y localización en tiempo real sin precedentes. Por ejemplo, FedEx ya está incursionando en este mercado, ofreciendo dispositivos multi-sensor para envíos de alto valor llamados SenseAware. Actualmente, se utilizan en todas las modalidades de transporte dentro de Estados Unidos y en más de una docena de destinos internacionales. Sin embargo, dentro de 20 años estos sensores no tendrán límites fronterizos y estarán en todos lados.
Al caminar sobre esta ruta, de lo que hablamos es de una cadena de suministro sumamente personalizada, en la que cada persona que hace algún envío, no sólo tendrá acceso a una “torre de control” individual en la que podrá darle seguimiento a su embalaje, sino que contará con un centro de comando justo en la palma de su mano a través de un dispositivo móvil como un smartphone o una tableta. Y, si la información de trayecto no fuera suficiente, se crearán algoritmos cada vez más sofisticados que calcularán la relación entre la velocidad y costos para cada uno de los envíos, generando opciones globales para redirigirlos, acelerarlos o reducir la velocidad de entrega. Además, este grado de implementación tecnológica significará mayor seguridad a lo largo de toda la cadena de suministro.
Tener una visión de 360 grados de un recorrido, facilita el monitoreo de rutas complejas, crea eficiencia, ahorro de costos, y contribuye a construir la confianza de los clientes sobre la llegada de sus bienes con seguridad, tiempo y forma. Al mismo tiempo, esta flexibilidad impactará en un aspecto fundamental de la cadena de suministro: la consolidación.
Actualmente, la mayoría de los envíos se consolidan embalados en contenedores que se transportan a través de aeronaves, buques o camiones. Para 2033, la gama de posibilidades integradas en la cadena de suministro incluirán la desconsolidación, es decir, la eliminación parcial de elementos o, incluso, el envío de un solo elemento consolidado. Esto significará, por ejemplo, la posibilidad de acelerar la entrega de una máquina de diálisis individual desde Vietnam hasta Los Ángeles para un paciente que la necesita con urgencia en Kansas City. Así, en lugar de enviarlo con docenas de otros dispositivos en un camión, habrá más opciones para extraerlo y enviarlo individualmente por aire durante la noche.
Pero, si este tipo de desconsolidación no fuera suficiente, también observaremos otro tipo de transformación del proceso. Se podrá ofrecer, por ejemplo, la fabricación esta misma máquina de diálisis, su envío y completar el circuito llevándola al destino final tras su vida útil. Una orden de un dispositivo que se entrega en la Ciudad de México, podría conectarse instantáneamente a una matriz de interconexión de fabricantes, exportadores y, finalmente, completar el círculo virtuoso enviando el producto al final de su vida útil a un centro de reciclaje calificado para reciclar los componentes. Sólo basta imaginar que, después de utilizar el producto, podría escanear con su teléfono un código de barras 2-D que se encuentre en el producto, y enviar automáticamente una orden para que un courier vaya a su casa a recogerlo con instrucciones precisas para su envío final.
¿Por qué agregar este último factor al proceso? Porque la sustentabilidad se mantendrá como un factor crítico en los procesos de las cadenas de suministro. Uno de los principales expertos internacionales en este tema, el Dr. Edgar Blanco del MIT, lo ha explicado de la siguiente forma. "Hemos sido muy buenos para hacer entregas. En lo que no hemos sido tan grandes, es en retornar lo que damos. Es decir, se debe extraer más valor, ya sea con materiales que se puedan recuperar, reciclar o, incluso, dar el mismo producto a otras personas después de que se haya terminado de usar."
De lo que se trata es de tener una visión expansiva. La industria del transporte ha estado durante mucho tiempo a la vanguardia en materia de sustentabilidad, con un esfuerzo constante y continuo para reducir su huella de carbono y crear una cadena de suministro cada vez más verde. Este compromiso va a continuar, y podría incluso un día, abarcar todo el ciclo de la vida de un producto.
Como lo hemos venido observando, la cadena de suministro ha recorrido un largo camino desde aquel mítico carruaje tirado por caballos, y vemos en la perspectiva el día cuando hagamos envíos por el ciberespacio. La evolución de esta superautopista ha sido y seguirá siendo determinante en los negocios y, como consecuencia, una gran noticia para las micro y macroeconomías de las que todos dependemos. Y, lo que es mejor, es que esta superautopista no sólo vive su mejor momento, sino que estamos siendo testigos de su imparable evolución.
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